Fiebre de la Cabaña

Durante el confinamiento que nos ha tocado vivir, debido a la pandemia del COVID-19, es posible que hayas podido experimentar algunas emociones con intensidad, te hayas podido sentir inquieto, más triste o más irritable de lo normal y no es algo raro.

De hecho, es algo que se empezó a estudiar en el norte de Estados Unidos desde principios del siglo XIX. Muchos de los ciudadanos que habitaban en zonas boscosas y remotas, debían encerrarse en sus casas en las temporadas de inviernos muy frías, quedándose completamente aislados de toda información del exterior.

El psicólogo Rosenblatt, en los años 80, estudió los síntomas de esta “fiebre de cabaña”, y concluyó con que un alto porcentaje de estos ciudadanos presentaba aburrimiento, algo de desesperanza, inquietud, enfado o irritabilidad… emociones directamente relacionadas con la inactividad. Aunque no es un síndrome tipificado de manera oficial, los expertos coinciden en que las personas que sufren de este síndrome reúnen la sintomatología parecida.

¿Cuáles son las recomendaciones?

Lo primero, date tiempo para entenderte. Muchas veces, nos sobreexigimos y damos muchas vueltas a pensamientos negativos y a las preocupaciones. Esto termina generando ansiedad y frustración al no poder encontrar una solución acertada.

Rutina: si fuera del confinamiento llevabas una, ¡readáptala a la situación! Levántate a la misma hora, lleva el mismo horario para trabajar y estudiar o para irte a la cama.  Si no tenías una rutina establecida, nuestra recomendación es que empieces una, que te ayude a mantenerte ocupado y a que sea más llevadera esta situación. No olvides destinar algo de tiempo para el deporte y el ocio.

Ten tu espacio: es importante que te reserves cierto tiempo para ti y así no arriesgar tu intimidad a causa del confinamiento. Tener tu espacio ayuda a poder desconectar y ordenar tus ideas.

Habla sobre lo que te pasa: la etapa que estamos viviendo es completamente nueva, casi parece de ciencia ficción. Es normal que tengas preocupaciones, dudas, incertidumbre… lo más aconsejable es que hables de ello con tus familiares y/o amigos. Te ayudará a desahogarte y a sentirte comprendido, ya que probablemente en tu entorno están viviendo algo parecido.

Tiempo fuera: aprovecha las horas que te permiten salir fuera para coger aire fresco, dar una vuelta y renovar energías. Si pasas mucho tiempo en casa, lo más probable es que “se te echen encima” las paredes, con sensaciones de agobio y malestar. Un cambio de aires te ayudará a desconectar del hogar y disfrutar de otro ambiente aunque sea durante un breve periodo de tiempo.

Ten en cuenta que estos consejos no siempre son los más adaptados a tu caso, solo son pautas generales que tal vez te sirvan. Si notas que te está costando mucho trabajo, sufres con intensidad y se te hace cuesta arriba, te recomendamos que acudas a un profesional para poder abordar el problema con más exactitud.

Si dudas en si un psicólogo te puede proporcionar ayuda o no, te recomendamos que leas el post anterior: «¿Ir al psicólogo?«

Para cualquier duda o consulta más personalizada, no dudes en contactarnos e intentaremos resolver tus cuestiones en la mayor medida posible.



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