La báscula, ¿aliada o enemiga?

Quiero quitarme los kilos de más”, “No estoy en mi peso ideal”, “Me sobran 6 kilos”.

Todas ellas, expresiones con las que estamos muy familiarizados/as y que, probablemente, hemos escuchado en más de una ocasión en nuestro entorno más cercano.

Lo cierto es que la pérdida de peso se ha convertido en una preocupación a nivel social, una inquietud que lidera los medios de comunicación y protagoniza las temáticas diarias. Lo peligroso de este hecho surge cuando la pérdida de peso se normaliza y comienza a basarse en creencias populares o mitos, lejos de fundamentarse en el conocimiento teórico sobre cómo se comporta nuestro organismo, y lo que realmente supone un aumento o una pérdida de peso.

Como consecuencia directa, las variaciones de peso que refleja nuestra báscula son vividas por muchos de nosotros/as con una gran ansiedad y angustia, lo que suele resultar en apostar por métodos que buscan controlar el peso, incluso a costa de nuestra salud.

Socialmente, tenemos una concepción errónea del peso. Estamos habituados a relacionar de forma directa la “gordura u obesidad” con el “aumento de peso”, derivando comúnmente en la siguiente conclusión errónea: “Si peso más = he engordado”.

A priori, parece una afirmación de lo más coherente. Veamos dónde está la trampa:

Nuestro cuerpo es un organismo muy complejo formado por una multitud de huesos, músculos, órganos, tejidos, líquidos y un largo etcétera. Cuando nos subimos a una báscula, nuestra intención es conocer si hemos engordado o adelgazado, es decir, si ha variado lo que se conoce como “grasa corporal”. Sin embargo, el dígito que marca nuestra báscula, reflejará el cómputo total de todo nuestro cuerpo. ¿Cómo podríamos entonces afirmar que esa variación en el peso se debe a la “masa grasa” y no a una fluctuación en los líquidos, por ejemplo?

De hecho, nuestro peso corporal puede variar hasta 3 kg en un mismo día o de un día para otro sin que exista necesariamente ningún cambio en la alimentación.

Para conocer el porcentaje de grasa corporal se debe realizar un estudio profesional y una de las opciones es mediante las básculas de bioimpedancia eléctrica, las cuales sí son capaces de diferenciar entre los distintos componentes del peso.

Entonces, ¿sí o no a la báscula?

Tal vez la cuestión no esté en buscar defensores o detractores de este instrumento, sino en preguntarnos qué tipo de relación queremos mantener con la báscula. ¿Quiero que el dígito de la báscula sea el indicador principal de mi salud, atractivo o valía? o ¿quiero que la báscula sea una herramienta más que me ayude a conocer los cambios en mi cuerpo?

La cuestión es comprender que el dígito de la báscula convencional debe interpretarse con cautela y nunca debería priorizarse a nuestro propio criterio.

Desde Alimentación 3S, te proponemos la siguiente guía para un uso responsable y saludable de la báscula:

  1. Cuestiónate por qué utilizar la báscula ¿me aporta información o es una necesidad?
  2. Si te pesas, no más de una vez en semana o cada 15 días.
  3. Intenta pesarte el mismo día de la semana y a la misma hora.
  4. Aprende a interpretar tu peso y ten en cuenta todas las variables que puedan estar influyendo, (por ejemplo, la retención de líquidos en el ciclo menstrual).
  5. Toma conciencia acerca de que no tenemos un peso estático sino dinámico (un rango de peso). Respeta las fluctuaciones naturales de tu cuerpo.

En cuanto a qué se puede hacer si tu objetivo es la pérdida de peso, te contamos los aspectos fundamentales en este artículo. Además, ¿sabes qué alimentos saciantes te ayudarán en este proceso?



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *